Putas para mujeres Seia
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Natalia es una Frida que ejerce la prostitución. Ilustración: Silvia Untz. Frente a las adversidades ninguna se quedó paralizada. De nuestros propios errores, hemos sido capaces de construir la realidad que consideramos justa. Para nosotras y por nosotras. No quisimos lo que otros nos daban porque no era suficiente. Tampoco nos creímos lo que se supone que nos merecemos. Aprendimos a seleccionar clientes, y a educarlos para tener con ellos las relaciones que queremos. A empoderarnos con nuestros cuerpos y seguir nuestros instintos.
Esa gente dice que no soy puta, que lo mío es otra cosa. Dicen que somos víctimas, pero no se han enterado de que para llegar a donde estamos, nos hemos liberado de mucho. Hay un problema social muy grande cuando la gente sólo es capaz de concebir en su imaginario relaciones entre putas y clientes llenas de traumas. Me pregunto por qué y siempre acabo con la idea de que muchas personas siguen convencidas de que la mujer es débil, el hombre es malo, el dinero es un sistema que nos empuja a sacrificar nuestra alma y las vaginas son sagradas.
Muy lejos de suceder algo desagradable, fue una revelación que puso en evidencia mis inseguridades. Había leído tantos textos que hablan de la prostitución como relación desigualitaria, había visto tantos anuncios de putas como mujeres pasivas y complacientes donde los hombres aplauden esa conducta, que estaba segura de que los roles favorecían al hombre, y si quería trabajar, iba a tener que adaptarme.
La realidad es que no tiene por qué ser así. No tardé en probar que la puta es quien tiene el control, quien elige los clientes de acuerdo a sus intereses y que nadie tiene derecho a exigir o forzarme a hacer algo que no quiero. Con respecto a las necesidades me estoy refiriendo sobre todo a niveles económicos. Si pudieran trabajar de otra cosa, lo dejarían. No necesitamos salvadores que den por echo que estamos condenadas por falta de oportunidades. De las opciones que se nos han presentado y que hemos sabido crear para salir adelante en nuestro día a día, hemos elegido ésta, y no es asunto tuyo asignarnos un sufrimiento basado en tus ideas sobre el sexo y los genitales de las mujeres.
Es sorprendente la incredibilidad humana para aceptar que hay mujeres a las que no les supone un problema follar con desconocidos o que incluso disfrutamos con ello. Nadie parece darse cuenta deque todos trabajamos con nuestros cuerpos. Santificando lo que tenemos entre las piernas de esa manera estamos fomentando la visión de la puta como un mero agujero. Ella solo es un coño, él solo busca un coño.